Más allá de las derrotas dentro del octágono, el declive de la imponente figura de Conor McGregor, la mayor estrella de MMA de la historia, parece ser aún más pronunciado fuera de la jaula, con el excampeón de UFC envuelto en varias controversias, algunas incluso legales. Y, sorprendentemente, un rival de toda la vida apoya su recuperación, especialmente a nivel personal.
En un evento reciente en el Instituto Miftaah de Nueva York, Khabib Nurmagomedov declaró que la situación actual de Conor McGregor es una especie de castigo divino, pero que no todo está perdido. Según el ruso, su ex rival irlandés aún puede cambiar las cosas y, de paso, influir positivamente en muchas personas, siempre que transforme sus hábitos y estilo de vida.
«Todo lo que ha pasado con las mujeres, el alcohol y las drogas es un castigo; lo más hermoso es que Alá siempre nos da la oportunidad de recuperarnos. Siempre tenemos la oportunidad, en este mundo, de volver, y eso es lo más hermoso. No importa cómo hayas vivido, Alá siempre te dará la oportunidad de volver. Creo que él tiene una oportunidad. Tiene que cambiar su forma de vivir. ¿Por qué hablo de esto? Si cambia, puede cambiar muchas otras vidas con él. Por eso espero que cambie. Si no lo hace, será un castigo para toda su vida», comentó.
Rivalidad
Khabib Nurmagomedov y Conor McGregor protagonizaron una de las rivalidades de MMA más intensas de todos los tiempos. Con ambos en la cima de sus carreras, UFC aprovechó la oportunidad para organizar lo que se convertiría en una de las peleas más icónicas de su historia. Durante la promoción del evento, el irlandés se dedicó a hablar mal de él, incluso burlándose de la familia y la religión del atleta daguestaní, lo que avivó aún más la tensión entre los involucrados.
En octubre de 2018, dentro de la jaula, Nurmagomedov usó su agarre para someter a McGregor y defender el cinturón de peso ligero (155 lb) de UFC, que el irlandés buscaba recuperar. Poco después de finalizar la pelea, una trifulca entre los equipos de ambos peleadores se apoderó del T-Mobile Arena de Las Vegas (EE.UU.), lo que resultó en multas y suspensiones.