El lunes pasado (30), en Deerfield Beach, Florida (EE.UU.), Godofredo Castro fue arrestado. El expeleador de UFC, conocido popularmente como «Pepey», está acusado de secuestro y violencia doméstica contra su esposa, Samara Mello, con quien reside en EE.UU. La información fue obtenida de primera mano por el sitio web «Combate».
Según informes, Pepey presuntamente agredió a Samara y le dejó moretones en la cara y el cuerpo. Además, el luchador de MMA supuestamente impidió que su esposa usara el teléfono para pedir ayuda. Al día siguiente, sin embargo, los vecinos llamaron a la policía local y arrestaron al atleta cearense.
Cargos y fianza
Según el sitio web ‘Combate’, Pepey fue acusado de cometer los siguientes delitos: secuestro con lesiones corporales y aterrorizar a la víctima; agresión doméstica por estrangulamiento; impedir o dificultar la comunicación con la policía; y violencia doméstica. La fianza del expeleador de UFC fue fijada en 120 mil dólares.
CV de Pepey
A sus 38 años, Godofredo Castro ha disputado 22 combates profesionales, con un total de 14 victorias, siete derrotas y un no-contest (sin resultado). Finalista de la primera edición de TUF Brasil en 2012, Pepey captó la atención de UFC e, incluso como subcampeón del programa, firmó con la liga presidida por Dana White. El cearense fue despedido de la compañía seis años después, en 2018, tras ser noqueado por Mirsad Bektic.
La esposa rompe el silencio
Samara, la principal afectada por el caso, decidió romper su silencio días después del arresto de su esposo. A través de sus redes sociales, la pareja de Godofredo Pepey sacó a la luz un debate considerado tabú en ciertos círculos y se autodenominó «sobreviviente» de violencia doméstica. Mello cuenta con el apoyo de la «Fighting Foundation», una organización sin fines de lucro fundada por Rose Gracie para ayudar a combatientes y a sus familias en temas de educación, tratamiento, investigación y salud mental.
Vea la historia de Samara a continuación:
«Mi nombre es Samara Mello, soy la esposa de Godofredo Castro y también soy sobreviviente de violencia doméstica.
Quiero decir lo que muchos nunca dirán: la violencia doméstica es real en el mundo de los deportes y, en la comunidad de deportes de combate, sigue siendo un tema tabú del que pocos tienen el coraje de hablar.
Ya no podemos fingir que esto no existe. La violencia doméstica se presenta de muchas formas: física, emocional, mental, sexual y económica, y ninguna de ellas es aceptable.
Hoy me estoy recuperando y estoy inmensamente agradecida por haber sobrevivido para poder ahora hacer una diferencia en la vida de otras mujeres.
Cuando la violencia ocurre en el hogar, no solo destruye a una familia, sino que impacta a toda la comunidad. Debemos dejar de tratar esto como un secreto. Es en el silencio donde la violencia crece.
Espero que las autoridades de Brasil y de todo el mundo entiendan que la sangre en mi cara y en mi cuerpo va a parar a manos de quienes todavía ven el feminicidio como una estadística y no hacen lo suficiente para cambiar eso.
Las próximas generaciones dependen de nuestras decisiones ahora.
Este no es un problema que haya que tratar, hay que abolirlo.
Estoy agradecido por la comunidad luchadora y el apoyo de las organizaciones lideradas por Rose Gracie, quienes toman esto en serio y apoyan a quienes piensan que no hay salida.
La violencia doméstica no es un problema privado, es un problema de todos”.
