El pasado fin de semana, el evento Xtreme Combat Championship 2, celebrado en Viena, Austria, tuvo su punto culminante marcado por una polémica pelea entre el turco Burak Kizilirmak y el brasileño Delberty Lamark. El enfrentamiento terminó en pocos segundos con un nocaut que rápidamente levantó sospechas dentro de la comunidad de MMA. La rapidez del resultado y las circunstancias de la finalización plantean interrogantes sobre la legitimidad del resultado.
La pelea representó el regreso de Lamark al octágono después de casi seis años de ausencia -su última actuación había sido en 2018- y llamó la atención no solo por la velocidad del final, sino también por la forma en que se dio el golpe que derribó al brasileño. Los comentaristas que narraron la pelea elogiaron la técnica del turco, incluso comparando su jab con grandes nombres del deporte, como Anderson Silva, pero pronto surgieron dudas sobre la fuerza real del impacto.
Al analizar las repeticiones, algunos expertos se dieron cuenta de que el brasileño parecía haber sido golpeado en realidad, pero el momento en que se arroja al suelo, con la cabeza golpeando fuertemente contra el suelo, levantó sospechas de una caída exagerada, o incluso simulada. Esta hipótesis cobró fuerza teniendo en cuenta la historia reciente del atleta europeo: su última victoria también fue considerada dudosa por el portal especializado ‘Tapology’, que clasificó la pelea como inelegible para aparecer en los registros oficiales, alegando falta de competitividad y ausencia de estándar internacional.
Incluso frente a la controversia, no hay evidencia concreta de que los peleadores participaran en un resultado fijo. El portal ‘MMA Fighting’ destacó que, aunque existen peleas arregladas en el deporte, son casos raros, y que es fundamental analizar estas situaciones con cautela para evitar juicios apresurados.
Atención
El episodio reaviva el debate sobre la integridad de las competiciones en los niveles menos expresivos de las MMA, donde los atletas menos conocidos pueden ser más susceptibles a las presiones externas. El deporte continúa expandiéndose a nivel mundial, pero casos como este refuerzan la necesidad de una inspección rigurosa para preservar la credibilidad y la seriedad del deporte.
